María Fernanda Fernández Gutiérrez

 

Departamento de Historia del Arte y Musicología de la Universidad de Oviedo

 

Publicado en: Boletín de Letras del Real Instituto de Estudios Asturianos

(BIDEA), Oviedo, nº 157, Enero – Junio 2001, pp. 177 – 245, incluidas 17

páginas de ilustraciones

ISSN: 0020 – 384 X

 

C. Estudio histórico artístico del Orfanato Minero.

C.1. Los artífices del proyecto.

 

En todo, Ernesto Winter Blanco, Manuel Llaneza y los arquitectos que plasman su programa, Enrique Rodríguez Bustelo y Francisco Casariego, consiguen implantar un moderno sistema educativo global, en sintonía con los postulados de la Institución Libre de Enseñanza.

 

Parece difícil escoger un solo adjetivo para calificar la trayectoria vital de Ernesto Winter Blanco(50). En las reseñas biográficas que le ha dedicado Miguel Ángel Álvarez Areces, tan ricas en información como entusiastas, la lista incluye pedagogo, ensayista, inventor y humanista. Formado como ingeniero de minas, este gijonés de ascendencia francesa se caracteriza por una inquietud y variedad de intereses, que podemos sintetizar en su voluntad de adquirir para sí y fomentar en su trabajo la formación integral del ser humano, atendiendo a su máxima: “educar con la razón, con el afecto, con la justicia”.

Su padre había llegado a Gijón desde Alsacia para trabajar en la fábrica de vidrios de Cifuentes, Pola y Cía, abriendo un bazar de productos ópticos en la calle Corrida: así que desde joven estuvo relacionado con la industria, la técnica y el devenir de la activa vida gijonesa. Entonces ya traba conocimiento con Magnus Blikstad(51) y otras figuras señeras de la vida cultural, como los Hevia, Figaredo, Bustelo y Orueta.

Tras realizar sus estudios primarios en Francia, continúa en nuestro país los de bachillerato, bellas artes y parte de la carrera de arquitectura en Madrid, donde toma contacto (mediante vínculos familiares y amicales) con la Institución Libre de Enseñanza. En 1895 abandona los estudios de arquitectura para cursar los de Ingeniería en la Universidad Politécnica de Lieja, en Bélgica, donde obtiene el título de ingeniero de minas hacia 1901. Trabajó como asistente técnico y analista de laboratorio para algunas industrias españolas en este período, colaborando como corresponsal de revistas  profesionales,  redactando  ensayos sobre el trabajo en la industria y regresa a En 1922 regresa a su Asturias natal, para ejercer como ingeniero en las Minas de Coto Musel, en Pola de Laviana, dependientes de la empresa del Puerto de El Fomento de Gijón, donde permaneció hasta 1925. Será entonces cuando trabe relación con los sindicalistas mineros de la región, que respetan y admiran su talante, su formación y sus inquietudes. Aunque todavía trabaja como delegado de la Sociedad Industrial Asturiana en Barcelona, coordina revistas técnicas y participa en eventos pedagógicos, en el verano de 1930 se resuelve su vuelta a Asturias al ser nombrado por consenso director del recién formado Orfanato Minero.

 

España en la década de 1910. Sabemos que trabajó hacia 1912 con obreros pensionados por la Junta de Ampliación de Estudios, en Barcelona, desarrollando cursos de enseñanza técnica y prosiguiendo sus publicaciones sobre formación laboral(52).

Desempeñará ese cargo hasta febrero de 1936 en que dimite, a consecuencia del cambio político experimentado en las elecciones de este mes, vuelco que se acusaba también en el seno del Patronato. No obstante, se mantiene hasta septiembre de ese año en el OMA, dando ese margen para la incorporación del segundo director, Eleuterio Quintanilla, maestro y anarquista, que no llegó a tomar posesión(53).

Ni siquiera el enrarecido clima político y social de ese tiempo explica el asesinato de Winter el 6 de Noviembre de 1936. Cuando permanecía al frente del Orfanato, cuidando de su familia, trabajadores y niños alojados, fue detenido por un grupo de militares y civiles sublevados contra la República y, junto a su hijo Ernesto, asesinado en las vías del ferrocarril que pasan junto a Pando. Su mujer, Carlota Flesch, y sus hijos Anita y Juan se exilian poco después.

Como pedagogo y experto en formación profesional, Winter cuenta con una dilatada experiencia y diversas publicaciones. Realizó diferentes viajes de estudio por Europa central, asistió a exposiciones, congresos y eventos pedagógicos e industriales; familiar y personalmente, estaba relacionado con Fernando García Arenal y su madre, Concepción Arenal. Y a través de ellos se había aproximado, conociendo y participando de sus postulados, a la Institución Libre de Enseñanza. Así que el institucionismo, el taylorismo y la formación técnica, y las ideas de escuela nueva que conoce a través de la bibliografía y sus viajes, forman el bagaje con que Winter cuenta para organizar el OMA. Pero una aportación decisiva será la experiencia y las observaciones del viaje emprendido en septiembre de 1930 a Bélgica, donde se celebra una Exposición Universal. Aprovecha esta oportunidad para visitar instituciones docentes en áreas mineras, como Suresnes, Charleroi y Mancieulles, con el objeto de aplicar las novedades y mejoras allí descubiertas al nuevo centro, omitiendo ciertos aspectos de disciplina y reglamentación contrarios a sus principios(54).

 

En resumen, sus ideas novedosas, humanitarias e integrales de la educación al

servicio de los obreros, están expuestas en su Elogio de la inquietud(55): cuya lectura permite comprender la singularidad de su pensamiento, la libertad en que creía y la riqueza de su cultura.

Si el orfanato minero nace de un ambiente cultural e intelectual vivido en Asturias y en las cuencas mineras con especial intensidad, no es menos cierto que su impulso definitivo lo ejercieron políticos y sindicalistas de tendencia progresista de la región, destacando la figura de Manuel Llaneza Zapico, aunque acompañado en su gestión por Amador Fernández y Belarmino Tomás como dirigentes coetáneos del SOMA – UGT.

 

La biografía de este hombre, nacido en Langreo en 1879 y muerto en Mieres en 1930, está marcada por una incansable actividad sindical y política a favor del obrero. Hubo de abandonar los estudios a una edad temprana para comenzar a trabajar en las minas de Palencia, trasladándose ya en 1902 a Mieres donde pretendía trabajar y cursar los estudios de Capataz de Minas. Tras una breve estancia en las minas de Puertollano y en las francesas de Lens, en la región de Pas de Calais (1907-1909), regresa a España y se afinca en Asturias. Comienza en ese momento su labor de propagación de la necesidad de constituir un fuerte Sindicato Minero con caja centralizada, según el modelo extranjero. En 1910 funda el SOMA, en el que ejercerá el puesto de Secretario del Comité Ejecutivo hasta su muerte.

 

Su acción política vinculada al socialismo se manifestó en su elección como concejal en Mieres a partir de 1911, el puesto de alcalde en 1918 y, finalmente, como diputado en Cortes por la circunscripción de Oviedo en el año 1923(56).

Se advierte una particular preocupación por la elevación del nivel cultural de los trabajadores, manifiesta en varias iniciativas: la creación de Centros Obreros y Casas del Pueblo (en las que se solía habilitar biblioteca, escuela de adultos y clases para hijos de los mineros), la publicación del diario socialista La Aurora Social, el proyecto de Universidades Obreras para Langreo y Mieres, y las obras educativas impulsadas por el Sindicato Minero como ésta que nos ocupa(57).

 

Ya hemos expuesto en el apartado anterior cómo el Partido Socialista Obrero Español dedicó desde su fundación una especial atención al tema de la educación, en la que intuían un eficaz modo de conducir al obrero hacia una sociedad mejor. Consideraban que el sistema de instrucción contemporáneo tendía al mantenimiento de una desfavorable situación para la clase trabajadora, asegurando el sistema capitalista. En los distintos pueblos y ciudades de España, políticos locales de tendencia socialista impulsaron las iniciativas que favorecieran la instrucción. Manuel Llaneza y sus compañeros de izquierda en Mieres ejemplifican este punto en lo relativo a la construcción del Grupo Escolar Aniceto Sela, en esta villa (58).

La pretensión genérica de Llaneza era la ilustración del proletariado, que le permitiría una capacitación necesaria para llevar a cabo la lucha social y le liberaría de su condición de opresión. En concreto, en uno de sus escritos aparecidos en El Socialista, manifestaba la necesidad de establecer mediante el mutualismo “centros de enseñanza donde nuestros hijos se hagan fuertes, vigorosos, instruídos y capacitados para que en bien suyo empujen esta obra que nosotros hemos empezado y que ha de labrar su dicha”(59).

 

Tanto en sus numerosas intervenciones en materia educativa en Mieres(60), como concejal y alcalde, como en el Orfanato, Llaneza fue un importante personaje o impulso, pero no el único artífice. Diremos que este sindicalista trabaja en un tiempo en que intelectuales y políticos comienzan a presentar inquietudes sociales, por fomentar la educación y la cultura para mejorar la vida del pueblo. Llaneza consideraba el OMA la más grande obra del sindicato, que protegería y enseñaría a esos niños que parecían condenados a la marginalidad o la miseria.

 

 

Los técnicos: arquitectos e ingeniero.

 

Enrique Rodríguez Bustelo (1885 – 1983, tit. 1913)(61).

La obra de este arquitecto es suficientemente conocida y nos permite apreciar, claramente, la evolución experimentada por tantos profesionales españoles en la primera mitad del siglo XX: un paso desde posturas historicistas, déco, hacia postulados funcionalistas, para decantarse en la posguerra por formas tradicionales, sin riesgos, con gran calidad constructiva. Pero dentro de la nómina de los que en la región actúa n en esta línea, podemos afirmar que Bustelo se enfrenta “al racionalismo como vía científica o experimental para escapar de la crisis arquitectónica anterior, obteniendo reinterpretaciones libres del Movimiento Moderno” de gran interés, consiguiendo algunos resultados de gran calidad (62).

Tras su titulación en la Escuela madrileña, Bustelo desempeñó una carrera cuajada de puestos públicos: arquitecto municipal de Langreo (1915), Oviedo (desde 1923) y diocesano en ese mismo año, logrando reconocimiento público con premios y cargos académicos. El número de sus obras es elevado, tanto en Oviedo como en otros puntos de la provincia, demostrando la evolución desde postulados nacionalistas/historicistas, en la década de 1920, hasta posturas más racionalistas propias de la década de 1930, para tender desde 1940 hacia formas propias de la autarquía. En su madurez procede a revisar y crear obras más personales, pero distantes de la renovación de su tiempo.

Como indica Morales Saro, quien ha estudiado detalladamente su obra, “con excepción de un interesante intermedio racionalista, en donde tampoco abandonaría la dedicación a los monumentos históricos, la mayor parte de su obra (...) hasta avanzados los años 50, alcanza su mayor grado de identificación en la propuesta d’Orsiana de lo que no es tradición, es plagio”.

 

Por eso calificamos su trabajo de tradicional, heredero en la teoría y en la práctica de postulados y sistemas del siglo XIX, pero resuelto con calidad.

De su producción racionalista pueden destacarse la Oficina para el ferrocarril de Langreo en el Musel, las escuelas del Natahoyo en las que colabora con Casariego y el Cine Toreno (63). En el campo de la teoría del arte, en concreto de la arquitectura, un Bustelo que también se caracteriza por esa faceta de reflexión y ensayo contribuye al debate en torno al funcionalismo con algún trabajo de interés, aunque sea a nivel regional: es el caso de “Algunas consideraciones sobre Arquitectura Moderna. ¿Con alero o sin alero?” (64).

Este artículo redactado en 1932, en que partiendo de problemas particulares progresa hacia planteamientos generales, aborda los postulados de estas corrientes llegadas desde Francia adhiriéndose a ellos. En él califica incluso a Le Corbusier de “apóstol de la moderna arquitectura”. Una arquitectura que debe atenerse a las necesidades, ser útil o esencial, adaptada a la vida cotidiana (luz, higiene y comodidades), aludiendo a la dificultad de su comprensión/aceptación por el cliente, en nuestra Asturias, por la carga de la tradición (65).

 

Francisco P. Casariego Terrero (1890 – 1958, tit. 1916) (66).

Arquitecto y pintor nacido en Oviedo en 1890. Inició sus escarceos dibujísticos con Arturo Sordo; después hizo la preparación para el ingreso en la Academia de Artillería y luego en la Escuela de Arquitectos de Madrid. En 1916 termina la carrera de arquitectura en Madrid. Casado con Milagros Hernández Vaquero, la hermana de Joaquín Vaquero Palacios, mantuvo relaciones con este otro profesional de la arquitectura y la pintura; es hermano de Fernando, ingeniero de caminos con obra en nuestra región, y padre del también arquitecto Francisco Casariego Hernández – Vaquero, con lo que su círculo familiar estará clara y estrechamente vinculado a la profesión(67).  Adquirió cierta fama como pintor, eminentemente paisajista, considerando algunos que con Eugenio Tamayo, crea Escuela en nuestra región: los expertos afirman su inspiración en el impresionismo y destacan sus vistas rurales. En la década de los 70 se valora la calidad de su trabajo mediante la organización de exposiciones retrospectivas(68).

 

En el ámbito de la construcción, faceta de nuestro interés, cabe indicar que durante varios años presidió el Colegio Oficial de Arquitectos de Asturias y León. Desempeñó el puesto de arquitecto de la Delegación de Hacienda en Oviedo (1921), así como el de arquitecto municipal en Sama de Langreo y Oviedo (1922 – 1940). En este puesto colabora con el ingeniero municipal, Ildefonso Sánchez del Río, en proyectos tales como la redacción y puesta en vigor de las “Ordenanzas de Construcción de la ciudad de Oviedo” del año 1925 o el proyecto de ensanche de la ciudad para las calles Elorza, Marcelino Fernández, Martínez Vigil y la Vega, en terrenos de la Fábrica de Armas Portátiles en ese mismo año (69).

Su obra profesional extensa y dispersa por la provincia, así como por bastantes lugares fuera de Asturias, demuestra el buen gusto y la solidez constructiva.

Aunque cuenta con ejemplos de la modestia del barrio oculto para obreros de la calle la Lila en Oviedo (1919)(70), destaca ya en los años 20 por decantarse y manejar con soltura estilos regionalistas e historicistas, con algunos ejemplos de cierto interés como la Casa del Arco Iris, en la plaza del consistorio ovetense (1922), el edificio de viviendas en la calle Uría 25, el desaparecido cine Principado en la calle Cabo Noval (1927) y su colaboración con Enrique R. Bustelo en la colonia Ladreda, en esa misma época(71).

Como otros tantos profesionales de su tiempo, el paso de los años le inclina hacia posturas más próximas a la modernidad racional, como atestiguan trabajos en edificios de vivienda burguesa: calle Marqués de Santa Cruz, nº 6 ó Fray Ceferino, nº1, del inicio de la década de 1930(72).

Consta su colaboración con Joaquín Vaquero en Casa Bernardino, en la Calle Uría nº 34, y en el edificio en Fray Ceferino nº 26, que demuestra justamente la evolución y la maestría con que se desenvuelve en esta línea racionalista (73).

Los años 40 le hacen volverse a líneas históricas y nacionales, en sintonía con los lenguajes oficiales, como se aprecia en sus trabajos, en colaboración con Bustelo, en el edificio de Cerámicas Guisasola o el bloque del Banco Herrero, obras ambas de 1947(74). En 1958 gana el primer premio del Concurso para el Monumento a la gesta de Oviedo, con un proyecto titulado “Amén”, en colaboración con Pedro Casariego y Genaro Alas como arquitectos y el escultor Amadeo Gabino, que no fue llevado a efecto(75).

 

_ El ingeniero de caminos Ildefonso Sánchez del Río y Pisón (1898 – 1980).

Una vez terminados sus estudios se traslada a Asturias, como ingeniero del puerto de San Esteban de Pravia. Desempeñó el cargo de ingeniero municipal en Oviedo entre 1924 y 1940, período en el cual demostró su capacidad proyectando y supervisando la ejecución de diferentes obras públicas no sólo de la capital sino de otros puntos del

 

 

Principado. Pero su quehacer ha sido, indudablemente, uno de los más decisivos e influyentes de la región y es, aún hoy, una figura por estudiar y reivindicar como precursora de la modernidad(76).

Ingeniería, arquitectura y urbanismo se dan la mano en sus trabajos tanto públicos como privados, siendo colaborador y asesor de diferentes arquitectos en cuestiones técnicas y problemas constructivos. Aunque no pretendemos recoger toda su obra, si indicaremos como recordatorio que a Sánchez del Río se deben algunas actuaciones urbanísticas y , sobre todo, varios depósitos de aguas: en Oviedo, el 3º y 4º de la ciudad; el de Trubia y, en Mieres, el de Villapendi en Turón y el de Aguilar. En Oviedo levanta la plaza del paraguas, una tribuna ya desaparecida del estadio de fútbol de Buenavista y el Palacio de los Deportes; en Pola de Siero, el notable mercado cubierto (77).

Destaca sin duda por su maestría en el empleo del hormigón armado: discípulo de J. Eugenio Ribera, con quien inició su formación en las calidades y posibilidades de este material, él mismo se compara y relaciona con el maestro Eduardo Torroja en sus escritos(78) y él mismo destaca también las superficies nervadas, de difícil cálculo y ejecución, dentro del conjunto de su obra. De hecho, su colaboración se centra en cuestiones técnicas puntuales del conjunto del Orfanato (hormigón armado).

Estos tres profesionales, Bustelo, Casariego y Sánchez del Río colaboran en determinadas ocasiones (como ya hemos reseñado), algo que no debe de extrañar en un tercio central del siglo XX en que la plantilla de técnicos cualificados en la ciudad es reducida y el trabajo no escasea. La necesidad de reconstruir edificios tras los episodios del 34 y la guerra, las nuevas edificaciones y su confluencia en el Consistorio ovetense (pues fueron arquitectos e ingeniero municipales) explican que firmen juntos diversos trabajos, entre los que destaca (sin duda) el proyecto que con el lema “Igualdad” presentaron los dos primeros para el Orfanato Minero, que informó el tercero y en el que participaron todos. Pasemos ahora a estudiarlo en detalle.

 

 

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50 Ernesto Winter Blanco. Sólo la vida inquieta es vida, Gijón, Ateneo Obrero de Gijón, 1993. Incluye una biografía de Ernesto Winter elaborada por Miguel Ángel Álvarez Areces, pp. 13 – 39; referencias bibliográficas con citas de sus diferentes escritos, pp. 41 – 43 y reproduce algunos de estos textos a continuación. Una biografía más sintética fue incluida por este mismo autor en la última entrega de los apéndices (1981 – 1992) de la Gran Enciclopedia Asturiana, Gijón, Silverio Cañada ed., 1993 (t. XX, p. 411). También le dedica una reseña José Ramón TOLÍVAR FAES, Nombres y cosas de las calles de Oviedo, Oviedo, Imprenta Gofer, 1992, pp. 238 – 239.

51 El propio Sr. Blikstad había auspiciado una fundación de carácter caritativo, algo que le acerca al OMA. Véase Institución benéfica Blikstad, fundada por Don Magnus Blikstad y Hauff, Gijón, Imp. de Mauro, 1906 (11 pp. in 8º).

52 Un par de fotos, conservadas en Archivo General de Fundoma, serie 5.1.0.1, caja 560, documentos 1 y 2 ratifican estos puntos.

53 Sobre su carisma, sus ideas pedagógicas y sus viajes por Europa, véase el trabajo del actual director del OMA, Etelvino GONZÁLEZ LÓPEZ, “Orfanato de Mineros Asturianos”, El Minero, Suplemento, Junio y Agosto de 1989.

54 Etelvino GONZÁLEZ LÓPEZ, art. cit.

55 Ernesto WINTER BLANCO, Elogio de la inquietud, Barcelona, Neotipia, 1923. Prólogo de Fernando de los Ríos (reedición: Madrid, la productora de ediciones, 1993).

56 Véase Gabriel SANTULLANO, “Manuel Llaneza Zapico”, Gran Enciclopedia Asturiana, Gijón, Silverio Cañada ed., 1970, vol. IX, p. 172 y “Datos biográficos”, en Manuel Llaneza. Escritos y discursos, Oviedo, Fundación José Barreiro, 1985

57 Armando LÓPEZ ROCA, “La labor cultural del Sindicato Minero”, en AA VV, Mineros, sindicalismo y político, Oviedo, Fundación José Barreiro, 1987, pp. 503- 512

58 María Fernanda FERNÁNDEZ GUTIÉRREZ, Memoria del Trabajo de Investigación de Tercer Ciclo, Grupo Escolar Aniceto Sela, Mieres. Innovación pedagógica e inquietud sociopolítica aplicadas a la arquitectura, Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Oviedo, septiembre 1998 (inédito).

59 “La fuerza del Sindicato Minero”, El Socialista, 6 Mayo 1917; recogido en Manuel Llaneza. Escritos y..., pp. 94- 101

60 Esta ha sido la interpretación de Ángel MATO DÍAZ, en su trabajo La escuela primaria en Asturias (1923 – 1937). Los procesos de alfabetización y escolarización, Oviedo, Dirección Provincial de Asturias – MEC, 1992 y la de Aida TERRÓN BAÑUELOS, La enseñanza primaria en la zona industrial de Asturias (1898-1923), Oviedo, Servicio de Publicaciones del Principado, 1990, y de los textos de ambos autores en colaboración, como Un modelo escolar integrador y reformista.

61 Sobre este arquitecto puede consultarse: María Cruz MORALES SARO, “Un arquitecto centenario: Enrique Rodríguez Bustelo”, Vetusta, Ayuntamiento de Oviedo, nº 10, Marzo 1985, pp. 4 – 8; ídem, “Enrique Rodríguez Bustelo: escritos sobre arquitectura”, Homenaje a Juan Uría Ríu (volumen II), Oviedo, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Oviedo, 1998, pp. 867 – 895. Existen otras referencias aisladas en publicaciones sobre arquitectura contemporánea de la región.

62 VVAA, Asturias. 50 años de arquitecturas. Octubre 1990. Catálogo de la exposición, Oviedo, COAAs – Consejería de Educación, Cultura y Deportes, 1990, p. 26

63 María Cruz MORALES SARO, “Un arquitecto centenario”, pp. 6 – 7.

64 Fue publicado en Avance, Oviedo, 1932.

65 Figura reproducido y someramente comentado en María Cruz MORALES SARO, “Enrique Rodríguez Bustelo: escritos sobre arquitectura”, Homenaje a Juan Uría Ríu (volumen II), Oviedo, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Oviedo, 1998, pp. 886 – 7 y 892 – 895.

66 Jesús VILLA PASTUR, “Casariego, Francisco”, Gran Enciclopedia Asturiana, Gijón, Silverio Cañada ed., 1980. Otra interesante reseña biográfica figura en José Ramón TOLÍVAR FAES, Nombres y cosas de las calles de Oviedo, Oviedo, imprenta Gofer, 1992, pp. 500 – 501

67 Puesto que firma como Francisco P. Casariego sus escritos, es muy posible que tenga otro apellido del que sólo deja la inicial. Por eso puede ser el hijo de Francisco Pérez Casariego (1838 – 1899), un ingeniero de caminos tapiego que alcanzó la Jefatura de Obras Públicas en Asturias, reputado científico y técnico (Gran Enciclopedia Asturiana, Gijón, Silverio Cañada ed., 1970).

68 En su calidad de pintor fue merecedor de una monografía redactada por Pedro CARAVIA, editada por el Museo de Gijón en 1979. También reseñamos el artículo que le dedica Juan Ramírez de Lucas, “Francisco Casariego, o cuando el arquitecto pinta a su tierra”, en Arquitectura, Madrid, nº 149, Mayo 1971, pp. 56 – 57, con motivo de la exposición de su obra en la galería Biosca. Ésta contó con un catálogo prologado por Luis Felipe Vivanco, editado en Madrid en 1971. También se realizaron exposiciones en el IDEA, en la Caja de Ahorros de Asturias o la galería Botticelli (véase J. R. TOLÍVAR, op. cit., p. 501).

69 María José CUESTA RODRÍGUEZ et alii, Guía de Arquitectura y Urbanismo de la ciudad de Oviedo, Oviedo, COAAS – Cámara de Comercio – Fundación Caja de Arquitectos, 1998, p. 120

70 ibidem, p. 142

71 ibidem, pp. 146 – 149

72 ibidem, p. 160

73 ibidem, pp. 165, 170 y 174. A pesar de que José Ramón Alonso Pereira sostiene que colaboró con Vaquero en el Instituto Nacional de Previsión, 1934, no existe por ahora constancia documental sobre este punto.

74 ibidem, pp. 191 – 192

75 “Monumento a la gesta de Oviedo”, Revista Nacional de Arquitectura, Madrid, nº 204, Diciembre 1958, pp. 37 – 41.

76 Sobre este interesantísimo artífice de obras absolutamente modernas, por técnica y por forma, cabe mencionar en primer lugar la ausencia de un buen estudio monográfico. Hay una reseña biográfica breve incluida en la Gran Enciclopedia Asturiana, Gijón, Silverio Cañada ed., 1980, t. 17, p. 250 y existen estudios aislados sobre algunas de sus obras. Destacamos el de Ramón Mª ALVARGONZÁLEZ, “Dos obras del ingeniero Sánchez del Río en Oviedo: el cuarto depósito de aguas y la plaza del Paraguas”, Ástura, Oviedo, nº 3, 1985, pp. 90 – 94 o los comentarios que se incluyen por parte de Miguel Ángel Gcía Pola, “Asturias, la épica del desarrollo”, Quaderns d’arquitectura, nº 215, 1997.

77 Véanse los estudios incluidos en Celestino GARCÍA BRAÑA y Fernando AGRASAR QUIROGA (eds.), Arquitectura moderna en Asturias, Galicia, Castilla y León. Ortodoxia, márgenes y transgresiones, Colegios Oficiales de Arquitectos de Asturias, Galicia y Castilla León, 1999, pp. 52 – 59 (mercado Pola de Siero y depósito aguas de Oviedo).

78 Ildefonso SÁNCHEZ DEL RÍO, “El hormigón armado en las construcciones públicas urbanas: las superficies nervadas en las construcciones de hormigón armado”, Publicaciones de la Asociación de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos. V – Urbanismo. Conferencias pronunciadas en el Instituto de

Ingenieros Civiles de España, 1942, pp. 103 – 124